Justicia en tela de juicio
En estos tiempos revueltos, llenos de contradicciones, las eternas pasiones humanas entran en ebullición de manera agresiva, abrupta y, muchas veces, con desproporcionada violencia. La falta de seguridad ciudadana provoca en una parte considerable de la sociedad un deseo de venganza por medio de la justicia por mano propia que pone al descubierto prejuicios de toda índole que subyacen en la mente colectiva aún en tiempos más pacíficos y tranquilos, pero que irrumpen con furia inusitada ante la falta de respuestas desde los poderes públicos que no siempre actúan preventivamente con firmeza pero sin violencia para evitar mayores males.
Por Enrique Pinti | Para LA NACION
Por Enrique Pinti | Para LA NACION
La Justicia reclama respeto, pero no siempre se conduce con transparencia suficiente como para que no brote en la población aquella frase del "Martín Fierro": "Hacete amigo del juez, etcétera, etcétera".
En efecto, son frecuentes los "carpetazos", "aprietes" y "arreglos bajo cuerda" y eso, más tarde o más temprano, erosiona la imagen que ilustra la imponente estatua de la gran dama vestida con túnica impecable con una balanza equilibrada en una mano firme y los ojos vendados para indicar imparcialidad. Por supuesto que hubo, hay y habrá fallos justos, reivindicativos de la honestidad y hostiles al crimen, pero la sospecha de parcialidad y "chanchullo" sobrevuela aquí y en todo el mundo las decisiones judiciales. Y no hay nada que hacer, el respeto se construye con el buen accionar y la honestidad. Padres, madres y maestros pueden conseguir el respeto de sus hijos y/o alumnos viviendo en forma coherente con las ideas que enseñan y, si bien se dan casos de hijos admirables que vienen de padres espantosos, lo más frecuente es que de la buena madera broten los retoños más sanos.
Por lo tanto, urge la autocrítica de todos los sectores para poder intentar ver alguna vez en el túnel de interminables atropellos y negocios turbios nunca aclarados. El estado de permanente sospecha de tráfico de influencias para eximir de culpa a los que ostentan el poder que luego, al perderlo por las buenas o por las malas, son vilipendiados públicamente para volver más tarde o más temprano a tener poder con delitos que se olvidan o prescriben o que pueden eludir con fueros de impunidad refugiados en bancas parlamentarias que les sirven de "escudos anti-juicios molestos". Y la calesita seguirá girando con la sortija vedada a los que menos influencias puedan obtener.
El tema no es menor, porque las pequeñas decepciones sumadas producen efectos sociales de desconfianza en las instituciones que pueden resolverse tomando caminos equivocados. Uno es el de la indiferencia "cambalachera" de "lo mismo un burro que un gran profesor", el otro es la violencia prepotente y patotera del "esto lo arreglo yo a patadas" o, peor aún: "Yo saco un fierro y lo mato". No nos queda otra que exigir nada más y nada menos que transparencia pero transparencia de la honestidad y el cumplimiento estricto de la ley, que además tenga en cuenta los factores humanos, sociales, políticos y económicos que condicionan a los hombres y los empujan a acciones delictivas. Justicia sin venganza, castigo sin sadismo y compensaciones sin resentimientos. Difícil equilibrio muy complejo para poder simplificarlos con frases hechas y prejuicios oscuros.
Comentarios
Publicar un comentario