Un país preso de matones y procedimientos mafiosos
Quienes no han pasado por épocas muy tristes de la Argentina, estos tiempos que se viven con final incierto pero complejo ya se transitaron antes con actores diferentes pero procedimientos parecidos, eso sí con una escenografía distinta y mayores dificultades.
por JORGE HÉCTOR SANTOS
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Que el sindicalismo peronista es una bolsa sin fondo de corrupción no es ninguna novedad. Que utiliza desde hace mucho tiempo atrás procedimientos de aprietes, con prácticas mafiosas tampoco es extraño. Lo que sí resulta sorprendente es la escalada de todos estos procederes los cuales no encuentran techo.
Pero cómo van a tener techo si todo fue agigantado por los Kirchner para conseguir ilusamente los respalden los gordos multimillonarios en sus ambiciones desmedidas de poder. Cómo hacerles cambiar sus patoteros procederes si comulgan los mismos con la política de aprietes que emplean los actuales gobernantes contra todos aquellos que los critican por el solo hecho de pensar de otra forma.
Cómo lograr que los popes del sindicalismo no sean ricos, sin que esto pueda explicarse racionalmente cuando los mismos que gobiernan son receptores de los mismos cuestionamientos.
Este panorama para aquellos que tienen una vida extensa y buena memoria tiene grandes similitudes a situaciones vividas hace años cercanos a las épocas más tristes del país con la salvedad que, quizás por la cercanía de estos tiempos en detrimento de los pasados, los actuales podrían obviarse si la calidad de los dirigentes políticos oficialistas y opositores fuera otra muy distante de la precariedad que delatan la gran mayoría de los contemporáneos.
Puede un país vivir a expensas de las decisiones de una familia que rige los destinos de la central obrera y que además de ser dueña de una fortuna inconmensurable se atreve a amenazar de la forma más vergonzosa e impune posible a los medios de comunicación si estos insisten en comunicar las trapisondas empleadas por el cacique sindical para colmar sus bolsillos ilícitamente.
Las instituciones de la República no han respondido frente a todo esto porque una de ellas primordialmente, el Ejecutivo, es cómplice de los desatinos a los que se ha llegado.
La Presidente y sus lacayos hacen y harán lo inimaginable para permanecer en el poder, con el engañoso argumento de la continuidad de un modelo a defender. ¿Qué modelo?
El modelo más siniestro. El que con la excusa de la distribución equitativa de la riqueza ha permitido la concentración más escandalosa de la misma en unos pocos, mientras los pobres cada día son más pobres y la clase media se derrumba producto de la falta de inversiones genuinas que brinden nuevas fuentes de trabajo, de una inflación que destruye el salario de aquellos que pueden trabajar en blanco y aún peor para los 4 millones que lo hacen en negro.
El modelo de los subsidios que alientan la vagancia y el clientelismo político. El modelo de la creación constante de cortinas de humo para distraer la atención de aquellos temas que perjudican al gobierno para convertirlos en elementos que desacreditan a sus opositores.
El modelo del desvío permanente de dineros públicos para ser utilizados indiscriminadamente y sin control alguno; o el empleo de buena parte de los mismos para crear un multimedios de vasto alcance para mentir y difamar a los medios y periodistas que se atreven a opinar de manera contraria a la que desean los gobernantes.
El modelo que desalienta la educación y desatiende la salud pública. El que no reconoce la inseguridad que invade como nunca a todo el país con el agregado de la proliferación inusitada del narcotráfico que llegó para quedarse.
El modelo del odio y del rencor en defensa de los derechos humanos de los guerrilleros de la década del '70, sin importar la aplicación de los mismos a los que mueren por desnutrición, indigencia, contaminación ambiental, drogadicción, etc. en la actualidad.
El modelo del enfrentamiento entre argentinos expandido cruelmente desde el mismo centro del gobierno nacional.
El país está sumergido en el desconcierto, en la falta de conocimiento de los que pasará mañana. Todo es imprevisible. Todo es enloquecedor. Todo impide soñar con un mañana mejor.
Argentina es un barco sin timón y a la deriva. Da lástima compararla con tan solo algunos de los países vecinos que miran a esta tierra que tiene de todo pero que carece de lo elemental: dignidad, ética pública, moral, justicia, respeto por la ley y las instituciones, orden, entre otros bienes que hacen al decoro y existencia de una República.
Si un dirigente sindical y vicepresidente del partido de gobierno llegó a desafiar con un paro general con movilización al gobierno y a toda la población porque la justicia de otro país quiere indagar su posible accionar delictuoso y la autoridades negocian con este sujeto para que no llegue a cumplir su anunciada represalia -mientras la sociedad lo toma como un hecho más del folclore argentino- el futuro inmediato es desolador.
¿Con qué cara y explicación coherente puede un padre satisfacer las preguntas de un hijo al respecto?
Si esto es así votar este año será solo un hecho circunstancial de una democracia que no existe y de una degradación social sin precedentes.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Que el sindicalismo peronista es una bolsa sin fondo de corrupción no es ninguna novedad. Que utiliza desde hace mucho tiempo atrás procedimientos de aprietes, con prácticas mafiosas tampoco es extraño. Lo que sí resulta sorprendente es la escalada de todos estos procederes los cuales no encuentran techo.
Pero cómo van a tener techo si todo fue agigantado por los Kirchner para conseguir ilusamente los respalden los gordos multimillonarios en sus ambiciones desmedidas de poder. Cómo hacerles cambiar sus patoteros procederes si comulgan los mismos con la política de aprietes que emplean los actuales gobernantes contra todos aquellos que los critican por el solo hecho de pensar de otra forma.
Cómo lograr que los popes del sindicalismo no sean ricos, sin que esto pueda explicarse racionalmente cuando los mismos que gobiernan son receptores de los mismos cuestionamientos.
Este panorama para aquellos que tienen una vida extensa y buena memoria tiene grandes similitudes a situaciones vividas hace años cercanos a las épocas más tristes del país con la salvedad que, quizás por la cercanía de estos tiempos en detrimento de los pasados, los actuales podrían obviarse si la calidad de los dirigentes políticos oficialistas y opositores fuera otra muy distante de la precariedad que delatan la gran mayoría de los contemporáneos.
Puede un país vivir a expensas de las decisiones de una familia que rige los destinos de la central obrera y que además de ser dueña de una fortuna inconmensurable se atreve a amenazar de la forma más vergonzosa e impune posible a los medios de comunicación si estos insisten en comunicar las trapisondas empleadas por el cacique sindical para colmar sus bolsillos ilícitamente.
Las instituciones de la República no han respondido frente a todo esto porque una de ellas primordialmente, el Ejecutivo, es cómplice de los desatinos a los que se ha llegado.
La Presidente y sus lacayos hacen y harán lo inimaginable para permanecer en el poder, con el engañoso argumento de la continuidad de un modelo a defender. ¿Qué modelo?
El modelo más siniestro. El que con la excusa de la distribución equitativa de la riqueza ha permitido la concentración más escandalosa de la misma en unos pocos, mientras los pobres cada día son más pobres y la clase media se derrumba producto de la falta de inversiones genuinas que brinden nuevas fuentes de trabajo, de una inflación que destruye el salario de aquellos que pueden trabajar en blanco y aún peor para los 4 millones que lo hacen en negro.
El modelo de los subsidios que alientan la vagancia y el clientelismo político. El modelo de la creación constante de cortinas de humo para distraer la atención de aquellos temas que perjudican al gobierno para convertirlos en elementos que desacreditan a sus opositores.
El modelo del desvío permanente de dineros públicos para ser utilizados indiscriminadamente y sin control alguno; o el empleo de buena parte de los mismos para crear un multimedios de vasto alcance para mentir y difamar a los medios y periodistas que se atreven a opinar de manera contraria a la que desean los gobernantes.
El modelo que desalienta la educación y desatiende la salud pública. El que no reconoce la inseguridad que invade como nunca a todo el país con el agregado de la proliferación inusitada del narcotráfico que llegó para quedarse.
El modelo del odio y del rencor en defensa de los derechos humanos de los guerrilleros de la década del '70, sin importar la aplicación de los mismos a los que mueren por desnutrición, indigencia, contaminación ambiental, drogadicción, etc. en la actualidad.
El modelo del enfrentamiento entre argentinos expandido cruelmente desde el mismo centro del gobierno nacional.
El país está sumergido en el desconcierto, en la falta de conocimiento de los que pasará mañana. Todo es imprevisible. Todo es enloquecedor. Todo impide soñar con un mañana mejor.
Argentina es un barco sin timón y a la deriva. Da lástima compararla con tan solo algunos de los países vecinos que miran a esta tierra que tiene de todo pero que carece de lo elemental: dignidad, ética pública, moral, justicia, respeto por la ley y las instituciones, orden, entre otros bienes que hacen al decoro y existencia de una República.
Si un dirigente sindical y vicepresidente del partido de gobierno llegó a desafiar con un paro general con movilización al gobierno y a toda la población porque la justicia de otro país quiere indagar su posible accionar delictuoso y la autoridades negocian con este sujeto para que no llegue a cumplir su anunciada represalia -mientras la sociedad lo toma como un hecho más del folclore argentino- el futuro inmediato es desolador.
¿Con qué cara y explicación coherente puede un padre satisfacer las preguntas de un hijo al respecto?
Si esto es así votar este año será solo un hecho circunstancial de una democracia que no existe y de una degradación social sin precedentes.
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