USA ya tiene un portaaviones en las costas de Yemen
USA envió a aguas yemeníes al portaaviones USS Theodore Roosvelt escoltado por el crucero con misiles teledirigidos USS Normandy. El buque estará apostado en el golfo de Adén junto a otros 8 navíos de guerra estadounidense que ya están en el lugar para brindar asistencia a la coalición árabe contra los rebeldes hutíes pro iraníes.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) - El portaviones estadounidense USS Theodore Roosevelt, escoltado por el crucero con misiles teledirigidos USS Normandy, se dirige al golfo de Adén cerca de Yemen, país que desde hace semanas es blanco de sangrientos ataques de Arabia Saudí.
El USS Theodore Roosevelt será estacionado cerca de las ocho naves estadounidenses que ya están en aguas yemeníes y proveen asistencia logística y de inteligencia al régimen saudí en su aventura militar en Yemen.
Este portaviones estaba en el Golfo Pérsico donde servía como punto de partida de los cazas de la llamada coalición, liderada por USA, que lucha contra el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) en Irak y Siria.
La Marina estadounidense ha alegado que el USS Theodore Roosevelt y el USS Normandy han sido enviados a Yemen "para asegurar que las rutas marítimas vitales en la región permanezcan abiertas y seguras".
Sin embargo, dado los apoyos de Washington al régimen de Al Saud en su ilegal incursión militar en Yemen, se sospecha que estas naves han sido enviadas a Yemen por motivos distintos a los argüidos por las autoridades estadounidenses.
Algunos medios habían alegado que USA está enviando estas naves para interceptar las supuestas armas que salen de Irán con destino al movimiento popular yemení Ansarolá; comentarios que el Pentágono, mediante su portavoz el coronel Steven Warren, ha desmentido.
Irán, país que condena cualquier injerencia extranjera en Yemen y apuesta por una solución política a la crisis de esta nación árabe, ha rechazado en reiteradas ocasiones los señalamientos de algunos países, según los cuales, manda armamento a Yemen.
Irán envió a la 34ª flota de su Fuerza Naval para resguardar la paz y la seguridad en el estrecho de Bab el-Mandeb y el golfo de Adén, una medida que está en total sincronía con las normativas internacionales, aseguró a principios de este mes el contralmirante de la Fuerza Naval del Ejército iraní,Habibolá Sayari.
Irán también envía ayudas humanitarias a Yemen, país que desde el pasado 26 de marzo es escenario de la brutal agresión saudí que hasta el momento ha dejado a más de 2640 civiles muertos.
Tanto Ansarolá como otras facciones yemeníes han denunciado que EE.UU. y el régimen israelí secundan a Arabia Saudí en su agresión bélica en Yemen. Este mismo lunes las fuerzas yemeníes han conseguido detener a varios espías israelíes y saudíes.
Irán y Rusia
El presidente ruso, Vladímir Putin, empeñado en buscar alternativas a Occidente, ha decidido renovar la alianza con Irán y Corea del Norte, regímenes también sometidos a sanciones internacionales, aunque por sus ambiciones nucleares.
En el plazo de una semana, Rusia retiró el veto presidencial al suministro de misiles antiaéreos S-300 a Irán, lo que levantó ampollas en Israel, y abrió el Año de la Amistad con Corea del Norte, cuyo líder, Kim Jong-un, visitará en breve Moscú.
Las relaciones entre Rusia e Irán se habían enfriado desde que el Kremlin suspendiera dicho contrato de armas en 2010, pero el reciente preacuerdo nuclear entre Teherán y las grandes potencias ha dejado las manos libres a Moscú.
Aunque el primer ministro israelí, Benjamin Netanhayu, discrepa, Putin mantiene que su decisión es puramente comercial, ya que los S-300 son sistemas defensivos que servirán de factor de contención en Oriente Medio.
La operación, que permitirá a Teherán disponer de un escudo antimisiles ante un posible ataque israelí o estadounidense, se estima en 900 millones de dólares, una cifra nada desdeñable para una Rusia en plena recesión.
A eso se suman los 4.000 millones que Moscú afrontaba como multa por impago si hubiera prosperado la denuncia presentada por Teherán ante el Tribunal de Arbitraje de Ginebra por incumplimiento de contrato.
Aunque no se puede desdeñar el aspecto militar, los expertos coinciden en que Moscú intenta ponerse a la cabeza en la carrera que ya ha arrancado por hacer negocios en Irán una vez se firme al acuerdo nuclear en junio.
Putin no quiere que a Rusia le pase como en Libia e Irak, donde la caída de ambos regímenes autoritarios causó pérdidas multimillonarias a las compañías rusas.
En realidad, Rusia ya lleva varios meses negociando acuerdos comerciales con la República Islámica, muy necesitada de alimentos, productos agrícolas y equipos técnicos debido al embargo occidental.
La prensa incluso llegó a hablar de un acuerdo de intercambio de productos rusos por 500.000 barriles diarios de crudo iraní, pero esta transacción aún no ha sido confirmada oficialmente.
Lo que es seguro es que Rusia ya se comprometió a finales de 2014 a construir, como mínimo, dos nuevos reactores en Bushehr (Golfo Pérsico), la primera central nuclear iraní.
Además, en un gesto muy significativo, la petrolera rusa Lukoil reabrió esta semana su oficina en Teherán, de donde tuvo que marcharse en 2011 debido a las sanciones estadounidenses.
Lukoil, que colabora en el proyecto con la noruega Statoil, comenzó a explotar en 2003 el yacimiento de Anarán, que contaba entonces con unas reservas estimadas en al menos 2.000 millones de barriles.
La realpolitik de Putin, que consiste en hacer negocios con cualquier país, independientemente de su régimen político, también se puede aplicar a Corea del Norte, que ha vuelto a lanzar un órdago a Occidente con sus ensayos nucleares.
Aunque las relaciones habían mejorado en los últimos años, los proyectos estaban paralizados debido a la tensión en la península coreana, motivo por el que surgió la idea del Año de la Amistad, una terminología más propia de las alianzas ideológicas de antaño.
“Se trata de reequilibrar las relaciones comerciales. Antes prestábamos demasiada atención a Occidente y muy poca a Oriente. Rusia quiere cooperar con ambas coreas”, aseguró hoy a Efe Alexandr Zhebin, director del Centro de Estudios Coreanos de Rusia.
A esto se suma que Kim Jong-un visitará la capital rusa el 9 de mayo para asistir al desfile militar en la Plaza Roja con ocasión del 70 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi.
No es baladí que sea Moscú, y no Pekín, el destino de su primera visita al exterior desde que asumiera el cargo hace tres años por la muerte de su padre, Kim Jong-il.
“Pyongyang está bajo sanciones y necesita divisas. Mientras, Rusia no busca cambiar el régimen como las potencias occidentales. Además, somos sus socios naturales, ya que muchos de sus equipos son de fabricación soviética”, explica Zhebin.
Rusia baraja ambiciosos proyectos como el enlace del Transiberiano con la línea férrea coreana, el tendido de un gasoducto que permitiría al gigante ruso Gazprom suministrar gas a Corea del Sur o el suministro de carbón y electricidad.
Pyongyang también está interesada en comprar aviones de transporte Tu-204 y cazas Sukhoi, a lo que se suma que ambos países preparan maniobras militares conjuntas para finales de año.
“El problema es que en Corea del Sur mucha gente aún cree que cooperar con Pyongyang significa fortalecer el régimen de los Kim. Además, EEUU tiene una gran influencia sobre Seúl, por lo que los proyectos aún no se pueden realizar”, comentó el experto.
Es por eso por lo que el Kremlin está interesado en una pronta estabilidad en la península coreana y en el arreglo de la crisis nuclear en las negociaciones a seis bandas, como en el caso iraní.
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