El milagro que le concedió Nisman a Cristina
"Muere un fiscal que acusa de encubrimiento terrorista a una Presidenta sobre quien pesan sospechas por lavado de dinero, con un vice comprometido, entre otras cosas, por comprar una imprenta que fabricó moneda nacional. En pocos rincones del mundo esas cosas transcurrirían, sin grandes y duraderas convulsiones políticas, como acontece en la Argentina. Sucede que el espectáculo de la anormalidad política se ha convertido en algo habitual"... Y no sólo eso. Puede servir además para profundizar el poder de esa misma presidente.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) Inteligencia. Poder. Más poder. Hacia allí se dirige el Gobierno de Cristina Fernández bajo el argumento de "democratizar" los servicios de inteligencia.
La sospechosa muerte del fiscal Alberto Nisman fue la que dio paso a este "nuevo proyecto" del Gobierno que nadie conocía...
Lo peor, sostiene esta mañana el diario 'La Nación', "las escuchas telefónicas con orden judicial seguirán en manos del kirchnerismo y no se afectará al jefe del Ejército, César Milani, al que se le atribuye el mayor peso en el espionaje oficial (...)."La SI perderá el control de las escuchas, que es el principal factor de poder. El juez las tendrá que pedir al fiscal y las controlará la Procuración", dijo a La Nación un ministro. "Es el avance más importante", agregó. Sin embargo, la procuradora general de la Nacion, Alejandra Gils Carbó, responde incondicionalmente a la Presidenta. En buen romance, Cristina controlará esas intervenciones.
(...) Además, se le incorporará a la nueva Agencia Federal de Inteligencia (AFI) el área de investigaciones criminales. Se crearía así una "superagencia" de inteligencia".
La nueva AFI retendrá la competencia de hacer inteligencia sobre terrorismo, narcotráfico, trata de personas, lavado de dinero, delitos informáticos y económicos. Y además incorporará la Dirección de Inteligencia Criminal, que hoy depende del Ministerio de Seguridad (Sergio Berni) y que reúne los servicios de inteligencia de Policía Federal, Gendarmería, Prefectura, PSA y policías provinciales, según anunció la misma presidente. Así es como podría convertirse en una Superagencia de Inteligencia.
¿Aprovechó Cristina el conflicto para reforzar su poder? Ciertamente, esto es lo que vulgarmente se conoce como "no dar puntada sin hilo".
La AFI estará conducida por un director y un subdirector nombrados por el Poder Ejecutivo y con acuerdo del Senado. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, informó ayer que su mandato durará "lo que dura un presidente". ¿Así sea eterna?
"Los partidos opositores cuestionaron duramente el contenido del texto y amenazaron con boicotear el debate legislativo. Denunciaron que Cristina Kirchner podría designar por 4 años a los nuevos directores de la AFI y bloquear así el nombramiento de los jefes al presidente que asuma en diciembre próximo. En la Casa Rosada lo niegan de manera terminante.
Aclararon que "el plazo del mandato del Presidente" implica que el próximo jefe se irá con Cristina Kirchner", publica el diario mencionado.
Por otra parte, el nuevo proyecto no dirá nada sobre las "pinchaduras telefónicas" (las que implicaban "espionaje político" eran las ilegales) ya que, en teoría, "no existen".
"Sin embargo, la nueva AFI podría retener la tecnología que hoy utiliza la Secretaría de Inteligencia (SI) para interceptar comunicaciones de todo tipo. Además, en la Casa Rosada le atribuyen a Milani haber incorporado tecnología para seguimiento de comunicaciones telefónicas e informáticas. Milani no será rozado por el proyecto de ley que enviará la jefa del Estado al Congreso en estos días. Las pinchaduras ilegales podrían ahora quedar en manos de la AFI, el Ejército o de la Procuración.
Milani no es un actor de reparto. Desde 2010, en plena "guerra de espías" en la SI, con peleas sordas de algunos de ellos con la Presidenta, Cristina Kirchner le aumentó a Milani su presupuesto un 156% hasta 2014. Y lo incrementó 32% en 2015. La Inteligencia del Ejército tiene una partida de 568 millones de pesos.
La mandataria no anunció el presupuesto de la AFI. Ni tampoco aclaró cómo se trasladarán los 2000 empleados de la SI a la nueva agencia (...).
En el Gobierno aseguraban ayer que se pasará a disponibilidad el actual personal y luego se producirá una nueva selección, que podría tener filtros ideológicos para asegurar una purga en la nueva planta.
Nadie podía responder ayer cómo seleccionarán el personal. El texto del proyecto de ley esta aún en manos del secretario legal y técnico Carlos Zannini, para revisar todas las incompatibilidades que podría tener. Por lo pronto, debería modificar dos leyes: la de defensa y la de inteligencia nacional.
El discurso de anteayer de Cristina Kirchner para anunciar la disolución de la SI tras el caso Nisman y crear la AFI se argumentó en la necesidad de terminar con las malas prácticas de los servicios de inteligencia que se utilizan para presionar, perseguir y extorsionar a jueces, fiscales, dirigentes opositores, legisladores, periodistas y empresarios.
Sin embargo, la mandataria echó entre diciembre y enero al ex director de Operaciones de la SI Antonio "Jaime" Stiusso, y a unos 30 agentes que le respondían, a los que el Gobierno le atribuía esas costumbres en forma excluyente. Se suponía que los agentes que quedaron bajo las órdenes de Oscar Parrilli y Juan Martín Mena, la nueva conducción, estaban controlados por el kirchnerismo.
La mandataria acusó a Stiusso de la muerte de Nisman, pero luego disolvió la SI de la que había expulsado a ese agente hace un mes. ¿En quién no confiaba ahora la Presidenta? No hubo respuesta en Balcarce 50.
(...)".
Para 'Clarín', según publicó el editor Ricardo Roa, fue una cuestión de "milagro": Cristina podrá "hacer en diez meses lo que el kirchnerismo no hizo en once años: purgar y transformar radicalmente los servicios de inteligencia".
Cuenta que tuvo la oportunidad de hacerlo y decidió no hacerlo en 2004 cuando el entonces ministro de Justicia, Gustavo Beliz, le llevó una reforma a Néstor Kirchner: "El blanco de la reforma era Jaime Stiusso. Stiusso fue recontraconfirmado, la reforma terminó en un cajón y Beliz afuera del Gobierno y exiliado por temor a una represalia.
En ese momento, Beliz definió al jefe de los espías como un extorsionador de jueces y de políticos y lo vinculó con las famosas grabaciones del juez Oyarbide en un prostíbulo gay en los años 90. Y le dijo a Kirchner, delante de Cristina : "Vos podés sentir que si pinchás teléfonos para tener información sos más poderoso. Pero vas a ser esclavo de quien los pincha". Premonitoria, la frase fue recordada este domingo por Jorge Rosales en La Nación.
Stiusso siguió grabando conversaciones de todos y de todas y persiguiendo adversarios del Gobierno hasta hace apenas un par de meses, cuando se sospechó que estaba detrás de las denuncias contra Hotesur que salpicaban a Cristina y Cristina lo despidió".
En estos años, se cuentan por cientos los "espiados y grabados": políticos, jueces, fiscales, empresarios y periodistas. Las operaciones clandestinas contra el radical Enrique Olivera, Macri y De Narváez y hasta el escrache al ex funcionario duhaldista Juanjo Alvarez, con la muestra de su viejo legajo de la SIDE y todo, también son de esta era K.
Clarín retoma la frase de Cristina del lunes: "El sistema de inteligencia nacional no es un problema que nace en 2003, es una deuda pendiente de la democracia", y la desmiente: "No se puede mentir tanto: no es una deuda de la democracia, es una deuda de este Gobierno. Nadie desde el 83 para acá explotó tanto en beneficio propio el aparato de la SIDE como los Kirchner".
Ahora busca "desviar la atención de la denuncia y la muerte de Nisman", y "pasar el control de las escuchas a la ultra K Gils Carbó. Y la última, colocar al frente de la nueva SIDE a una cúpula adicta que permanezca allí cuando Cristina ya no esté", finaliza Roa.
Eduardo van der Kooy, en "Síntomas graves de descomposición", publicada también hoy en el diario 'Clarín', es quien expone en conjunto las anormalidades de este Gobierno para que no se desvanezcan al interponerse unas sobre otras:
"Mirada a la distancia, geográfica o temporal, la Argentina política parece sumida en una descomposición a la cual la van sometiendo su persistente inoperancia y desvergüenza. Aquella distancia posee un sentido y un valor: la conmoción por la muerte del fiscal Alberto Nisman, de la que se cumplen nueve días, no se diluye por el vértigo de los acontecimientos cotidianos que suelen ensuciar la escena de hojarasca. Las conjeturas sobre el colaborador ahora imputado que le facilitó el arma, los custodios separados de sus cargos, el periodista que divulgó primero la noticia y debió exiliarse, el retorno a la pantalla de Cristina Fernández en silla de ruedas, su anuncio para crear una nueva Inteligencia, no desenfocan la gravedad medular del episodio: que un funcionario judicial que denunció a la Presidenta por supuesto encubrimiento de terroristas iraníes que volaron la AMIA y mataron a 85 personas, apareciera sin vida en el baño de su departamento.
Aquel impacto atornillado en la memoria permite diseñar un cuadro más acabado de la pestilente realidad. Es lógico que la muerte de Nisman absorba ahora la atención y el interés de la opinión pública. Pero no debería olvidar, por su propia salud futura, que la cima del gobierno kirchnerista antes de la muerte del fiscal ofrecía –sigue ofreciendo–estos pergaminos: la Presidenta bajo sospecha por lavado de dinero con el empresario K Lázaro Báez; el vicepresidente, Amado Boudou, con un doble procesamiento. Uno de ellos por la adquisición de Calcográfica Ciccone, donde se imprimieron millones de billetes moneda nacional. Todos los otros componentes de la corrupción del poder, comparados con esos episodios, parecerían simples menudencias.
Valdría la pena reiterarlos, en un solo cuerpo, para calibrar la dimensión de su gravedad. Muere un fiscal que acusa de encubrimiento terrorista a una Presidenta sobre quien pesan sospechas por lavado de dinero, con un vice comprometido, entre otras cosas, por comprar una imprenta que fabricó moneda nacional. En pocos rincones del mundo esas cosas transcurrirían, sin grandes y duraderas convulsiones políticas, como acontece en la Argentina.
Sucede que el espectáculo de la anormalidad política se ha convertido en algo habitual".
Van der Kooy recordó las "desapariciones" del matrimonio K ante cada hecho traumático, tal como sucedió con Nisman, cuando lo único que aparecían eran publicación por 'Facebook' u otras redes. Ocurrió con Cromañón que los llevó a recluirse en Santa Cruz, con cada hecho fatal de inseguridad, con la tragedia de Once y ahora con la muerte del fiscal. Y comparó: "A Francois Hollande lo sorprendió en Francia la masacre terrorista contra la revista de humor Charlie Hebdo en los sótanos de su popularidad. Pero dio la cara de inmediato, explicó, tomó decisiones. Hoy los franceses lo estarían mirando un poquito mejor".
¿Conclusión?: "Difícil rescatar la verdad entre una avalancha de mentiras, sentenció el domingo en Clarín el escritor italiano Roberto Saviano, especialista en desnudar tramas mafiosas (...)".
En el diario 'El Cronista', es el director periodístico, Fernando Gonzalez, quien reclama por los cambios en el espionaje para el próximo presidente:
"Los cambios que la Argentina necesita en el área de inteligencia se convertirán en un examen crucial para comprobar el nivel de la transición del poder en la Argentina. El comienzo no podía ser peor. La Presidenta anunció la disolución de lo que fue la SIDE obligada por el impacto político e institucional de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Lo hizo a su modo, respetando el estilo caprichoso de sus ocho años de gestión. Ninguno de sus ministros ni de sus legisladores conocía el proyecto. No lo discutió ni lo consensuó con nadie. Y le dio el manejo de las escuchas telefónicas, uno de los puntos más sensibles en términos ciudadanos, a la Procuradora General Alejandra Gils Carbó, una funcionaria que se dedicó desde que fue nombrada a teñir cada designación, cada despacho y cada decisión judicial del color militante del kirchnerismo. La decadente cultura de la confrontación K tiene un capítulo triste e intenso en la tarea de la jefa de los fiscales.
(...)
Lo cierto es que los dirigentes que se aprestan a competir por la conducción política de la Argentina no aceptarán el proyecto de Cristina ni siquiera para debatirlo. La historia reciente enseña que el kirchnerismo disfraza con algunas concesiones sus iniciativas pero resuelve cada instancia a su antojo, haciendo valer la fuerza de su hasta hoy irresistible mayoría en el Parlamento. El desgraciado pacto con Irán es el ejemplo más oportuno de esta modalidad.
Sólo la unidad de criterios y una exposición pública convincente de los líderes opositores podrá detener el proyecto kirchnerista para que los cambios en el sistema de espionaje los haga quien debe hacerlos: el próximo presidente (...)".
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