Lanata: "Soy útil, pero también un error en el sistema"
Es difícil resumir en dos páginas un reportaje que debería durar diez.
Si uno sigue tu largo recorrido, siempre dijiste lo que pensabas, publicaste lo que pensabas, te vestiste a tu manera, no le tuviste miedo a la radio ni a la tele, ni siquiera a las malas palabras cuando nadie las decía. Mostrás una gran desinhibición. A esta altura, ¿qué te da vergüenza?
Todo me da vergüenza. Por eso hago eso, me sobrepongo a mi vergüenza. Yo no soy un tipo seguro. Soy un tipo tímido y bastante inseguro. Yo no voy a reuniones, no estoy con mucha gente. Me da vergüenza que todo el mundo me mire cuando entro a un lugar. Sobre decir lo que pienso, fui creciendo. Me obsesionaba ganar libertad. Este laburo te quita libertad todo el tiempo. Llegué a fantasear con irme del aire. En Uruguay lo hice: me fui del aire y fue liberador, me hinché las pelotas y me fui. Los tipos pusieron un concierto de la sinfónica de Uruguay. Y dijeron que manos anónimas habían boicoteado la transmisión.
Te estabas despidiendo de ese lugar. Necesitás sentir la libertad para entrar y salir.
Sí. Yo no me siento un tipo de la televisión. Yo soy un tipo de la gráfica, yo escribo. Lo que no puedo dejar de hacer es escribir. Televisión puedo dejar de hacer. La radio es mi vida, empecé a los 14. Es estar en mi casa. Y la tele a mí me sale. Si yo me sintiera un tipo de la televisión, termino saltando embolsado en un programa de sorteos. Es la lógica de la televisión. Si pensás que tenés que estar ahí, cagaste, te termina comiendo. A lo mejor uno hace el ridículo y no se entera. Si alguien me dice que no hable de tal cosa porque no conviene en ese momento, yo lo racionalizo. Pero llego ahí: se prende la luz y lo primero que digo es lo que no tengo que decir. Me sale así. Y es una pelea conmigo.
¿Es contraproducente, decís, que te adviertan?
Es algo loco del sistema. Vos estás donde estás porque sos vos, te llaman porque sos vos. Pero cuando te ponen ahí, te piden todo el tiempo que no seas más vos. Esto puede sonar muy hippie como discurso, pero es cierto: uno tiene que ser uno.
¿Si no te acomodás un poco, no quedás afuera?
Depende. Porque si te necesitan, te buscan. Yo soy útil, pero tambien tengo la sensación de que soy un error en el sistema. Me echaron tres veces de la televisión. Cuando realmente jodí, me echaron. Y si volviera a pasar, seguramente me echarían. Son las reglas y las acepto. Esta no es una historia de amor, es un trabajo y un negocio para mucha gente. En televisión cualquier cosa puede pasar. Es como el poder desnudo. No hay nada tan popular. En ningún otro medio llegás a tanta cantidad de gente de una manera tan increíble. Yo estuve ocho años afuera de la televisión. Si lo que le das a la gente sirve, no se olvida. Tenés que tener equilibrio. Es muy fácil creértela. Sos Gardel de un día para el otro, pero también sos el demonio. Todo a la vez.
¿No creérsela tiene que ver con la devolución de la calle, que te endiosa mientras estás siendo funcional a lo que pide?
Y con el adentro. Hay mucha corte en la televisión. Yo gracias a Dios nunca tuve corte, no laburo con gente que habla bien de mí. Al contrario, yo discuto con todos. Siempre mis equipos son un quilombo.
La radio es un ámbito más familiar.
Como una redacción, que es un lugar parecido en todos lados. Yo sé que son las dos de la mañana y siempre hay gente queriendo hacer algo. Y siempre están peleando contra todo, contra el sistema y contra tu propio medio.
En las redacciones pasa el tiempo y es disfrute puro...
Yo estoy siempre con periodistas. Nosotros vivimos de la letra propia.
Hoy atravesás momentos de salud muy difíciles. ¿Te arrepentís de algo? ¿De fumar, por ejemplo?
No, porque no me jodió tanto como pensaba. Yo hablo con libertad de las enfermedades porque una enfermedad es azarosa. Yo conviví con la enfermedad por lo de mi mamá. Tenía un tumor cerebral, tenía todo el cuerpo paralizado de un lado y una lesión en el centro del habla. Ella no podía formar palabras. Entendía, pero estaba en una silla. Estuvo así 45 años.
Le pusiste palabras a su boca callada.
De alguna manera, sí. Lo que te quiero decir es que ella no se quiso agarrar de eso, le pasó. Y a mí me agarró lo del riñón. No sé el motivo. Dejás de ser inmortal, tenés que empezar a pensar en lo que te queda. Eso te pasa igual aunque estés sano a los 50. Por un lado, empezás a aprovechar mejor el tiempo y sabés que tenés que boludear menos. Y también transmite debilidad, pero uno se puede sobreponer. La diálisis te deja muy cansado. Yo soy el único de todos los tipos que se hacen diálisis en Favaloro que después labura. No quiero que me gane. ¿Me entendés? Yo podría tener una máquina para dializar acá en casa, tengo la plata para comprarla. Prefiero que me rompa las pelotas ir a dializarme y después no ir más. Pero no quiero acostumbrarme a la enfermedad.
¿Cuánto tiempo hace que te dializás?
Tres años. Hubo un tiempo que paré. Voy tres veces por semana, cuatro horas por cada vez.
¿En qué pensás cuando te dializás?
Mira, primero pensás que vas a usar el tiempo para algo útil y después no te concentrás. Yo tengo acá en el pecho un coso que te conectan, estás en un sillón, a veces te baja la presión. Estás con una enfermera al lado. Veo los programas de la tarde, a Mariana Fabbiani y Listorti. Y, a veces, leo. No te da la concentración para laburar ni escribir. No te da. Estas ahí.
Das un mensaje fortalecedor. Siempre estás transmitiendo que se puede, que hay que ir para adelante.
Es que yo soy así. Si no, no hubiera hecho todo lo que hice.
¿Quién te escuchó y te escucha el malestar?
Me escuchan amigos, como Martín Caparros. Yo me opero en pocos días, menos de un mes. Vamos a hacer una cosa que nunca se hizo en la Argentina y que va a servir como jurisprudencia. Lo voy a contar después de la operación. (N. de la R.: su mujer donará un riñón y un familiar de quien necesita ese riñón de Sara, se lo donará a Jorge, ya están los donantes compatibles) O sea que le va a servir a un montón de gente.
¿Pero quién te contiene a vos en todo esto?
No soy de hablar mucho de esas cosas. A la diálisis la adapté a mi vida. En general, voy solo. Hablo con la enfermera.
¿Cómo te vas a cuidar después del trasplante?
Estaré una semana internado. Y después, durante un mes, te inmunodeprimen. La reacción natural del cuerpo es rechazar el órgano ajeno. Entonces te bajan las defensas para que el cuerpo se haga el boludo y no entienda. Si al mes zafaste del rechazo, por lo general, estás bien. Después hay que cuidar el riñón.
¿Y Sara?
Ella va a estar internada tres días. Lo raro es que me agregan un riñón (risas). Voy a tener tres.
¿Es cierto que te gustaría vivir en Estados Unidos?
Un tiempo, sí. Me iría a hacer un proyecto. La gente vive esas situaciones como si fueran para siempre. Nunca nada es para siempre. Estoy pensando un proyecto para Internet que se puede hacer desde afuera. Y podría hacerse en Estados Unidos.
¿Es una conveniencia de trabajo o para cambiar un poco de aire?
Hay momentos en que esto te agota y te dan ganas de salir. Estos años fueron difíciles para todos. Yo no veo que esto vaya a cambiar mucho el año que viene, gane quien gane. Me parece que las enfermedades fundamentales de Argentina van a seguir siendo las mismas. No estaría mal salir de acá un par de años. Profesionalmente, todo es nuevo de vuelta. Después de la invención de la imprenta, Internet es el invento más grande de la humanidad. Y todos los medios electrónicos van a converger ahí. Es un momento de transición. Yo estoy desarrollando una página web y todavía la pensamos desde la gráfica. Estamos equivocados, tenemos que pensarla desde otro lugar.
¿Cuánto te rejuvenecen las mujeres? Tus hijas son mujeres, tu mujer es más joven.
Yo agradezco haber tenido hijas mujeres. A mí el fútbol no me interesa nada, entonces no sabría qué hacer con un hijo varón. No lo llevaría a la cancha, terminaría siendo un pobre pibe. Las mujeres son increíbles. Están completamente dementes. Son gente proclive a creer que cualquier cosa puede pasar. Yo admiro en las minas la capacidad de soñar. Yo sé cómo es eso cuando generás una idea. Yo puedo hacer que la gente participe en un proyecto y lo lleve adelante. Y eso es muy fuerte en la mujer. Es completamente irracional y me encanta. Es más valiente, más mandada. Eso tiene que ver con mi teoría del champú: no existen cremas de enjuague, es todo lo mismo. Y se lo venden a las minas y ellas creen que sirven para algo. Son geniales. Son divinas (risas). Hay cosas también que me molestan de las minas. Cuando quieren afeitar al Che Guevara, es terrible.
¿Las mujeres te quieren cambiar?
Todas las minas piensan que vas a ser distinto con ellas. Eso es así. Es típico. La otra vez estaba viendo una película de la época de los romanos. Estaba un gladiador romano famoso. Entonces él va y se agarra una mina y van a la cama. Y al otro día, lo primero que ella hace, es decirle que deje de pelear. (Risas). ¡Qué hija de puta! Lo conociste siendo gladiador, el tipo quería ser eso, a vos te encantó que fuera gladiador, te acostaste con el tipo, ¿y ahora querés que deje de pelear?
¿Lo de Sara fanática del running cada vez más podrá ser un mensaje hacia vos?
Lo de Sara es increíble. Es completamente ridículo que corra. ¿Vos decís que se está escapando de mí?
Si hay algo que previene todas las enfermedades es el ejercicio físico.
A mí me parece absolutamente admirable que ella corra, no 42 km, sino un km. Yo soy incapaz de hacerlo. Lo poco o mucho que me cuido tiene que ver con ella, que me rompe las pelotas. Eso también es típico: romper las pelotas.
Yo lo veo como una reacción vital a todos tus problemas de salud.
Puede ser. No lo había visto así.
Para una convivencia larga, ¿qué hay que evitar?
Esta es la convivencia más larga que tuve. De cinco años pasamos a dieciséis. Yo te diría que la respuesta es que no buscás más. Hay un momento donde te das cuenta de que es ahí, y te quedás. Encontrás el lugar.
No importa nada si ronca.
No, porque la respuesta es el calor. Y está todo bien. También la quiero matar y ella me quiere matar. Y nos queremos matar los dos. Pero nos queremos. Es así.
¿Qué es lo más difícil?
Es querer al otro por lo que es, no por lo que puede ser. Es difícil. Pero también es muy argentino. Confundimos lo que somos con lo que queremos ser. Y actuamos como si fuéramos algo que no somos. Actuamos como ricos y no somos ricos. Lo mejor con las pequeñas cosas que molestan es hablarlas antes de que crezcan. Yo prefiero hablar boludeces antes de que se transformen en algo importante.
Quedan preguntas siempre con Lanata, un personaje que nunca para ni parará de hacer.
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Jorge Lanata
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