Que Duhalde renuncie a la presidencia de la Asociación de Víctimas de Kirchner

En política no hay que dar lástima, y menos ante un Néstor Kirchner que gusta ser impiadoso con quienes parecen más débiles que él. Por lo tanto, Eduardo Duhalde debe optar entre un proyecto de poder vs. un proyecto de venganza. Ambos objetivos no pueden alcanzarse a la vez. Mientras su foco siga en vengarse de Kirchner, algo que equivale a manifestar que Kirchner le hizo algún daño, su causa no levantará vuelo. Y no le queda mucho tiempo más: esto es lo que expuso el columnista estrella de Jorge Asis Digital.

OBERDÁN ROCAMORA | 10/06/2010 | 16:45


CIUDAD DE BUENOS AIRES (JorgeAsísDigital). La fotografía importa más que el documento firmado. Conformes, en carrera, se exhiben las jerarquías unificadas del peronismo anti -y no- kirchnerista. Un seleccionado Resto del Mundo. Todos Contra (o sin) Kirchners. En el despacho del ex presidente, y actual senador, Adolfo Rodríguez Saa, del Estado Libre Asociado de San Luis.

“El Adolfo” crece en gravitación interna. Carece, saludablemente, de excesivas ambiciones protagónicas. Porque es, en todo caso, el turno del hermano Alberto, el artista plástico y gobernador. Puede exhibir Adolfo sus habilidades de paciente “tejedor”. El atributo para la persuasión y la componenda.
Entre los presidenciables de la tarjeta postal, se encuentran tres que proceden de la provincia inviable. Buenos Aires.

Reluce la atracción visual, el tatuaje místico de Francisco De Narváez. El Roiter.
Es el Caudillo Popular de la provincia que prefiere abandonar. Un Barceló culposo, de excelentes modales. Hoy Narváez intenta conciliar el caprichito que -infortunadamente- no le corresponde.

No obstante, determinado político con prestigio de gurú, el jurista de la avenida Belgrano, agota, para complacer el caprichito, según nuestras fuentes, los esfuerzos de su caudalosa imaginación.

Felipe Solá es el otro bonaerense de audacia ilimitada. Exponente máximo del felipismo. Es un movimiento subterráneo.

Cree -Solá- con firmeza en la impostura y busca la candidatura presidencial. La que supo rechazarle al presidente Duhalde, en aquel furtivo 2003. Cuando Felipe, en el rol del gobernador sensiblemente desconfiado, intuía, acaso con acierto, que Duhalde le ofrecía la postulación con el objetivo de arrancarlo de la provincia inviable.

De haber aceptado Solá, la Argentina habría prescindido de los arbitrios de la caja registradora de Kirchner. Pero nunca nadie debe ilusionarse con las bondades de la historia contra-fáctica. Con Solá, probablemente, hubiera sido bastante peor.

El tercer bonaerense de la postal es Eduardo Duhalde. Piloto de Tormentas (generadas), abnegado Pescador de Tiburones. Estructurado a través de la cultura intensa del conurbano. Fue, aunque de prestado, presidente. Duhalde es el auténtico profesional para los renunciamientos históricos.

Paradójicamente, al menos hasta hoy, el desistidor serial es el candidato más atendible, del plantel generoso de presidenciables, que presenta el catálogo de otoño del Peronismo Federal.

Puede ser tomado, relativamente, Duhalde, como el postulante más sólido. Si es que abandona, en principio, la condición quejosa de Presidente de la Asociación de Víctimas de Kirchner. Si inspira su ambición, en cambio, en las cualidades nada desdeñables que porta. Sin aferrarse, en exclusiva, a la obsesión personal del antikirchnerismo. Pasión, en definitiva, que empequeñece.

Pese a la reticencia considerable que hoy le marcan las encuestas, Duhalde es, de por sí -aún en la pereza del spa-, un proyecto político. Aunque suponga que el vacío puede ser colmado con el aporte de los pensadores que le diseñen agendas. Conjuga Duhalde, a su alrededor, y acaso su pesar, el conocimiento estricto para la construcción territorial.

El afecto de los mini gobernadores, que lo mantienen como a un par. La confianza que le depositan empresarios (algunos perjudicialmente caros para la república, como el Grupo Clarín), y el apoyo afable de los sindicalistas. Los que compiten, incluso, para complacerlo en la organización de actos, o en el adiestramiento de cuadros. Como Luisito Barrionuevo, y Benegas, el Momo. Y varios de los tildados, por su desmesura física, como los “Gordos”.

El bolillero

Un cuarto autodenominado presidenciable es Mario Das Neves. El Tenor Portugués estuvo, en la tarjeta postal, pero en espíritu.

Procede también de Buenos Aires. El Portugués es de Avellaneda, pero es Chubut que le brinda la legitimidad.

La bolilla de Das Neves se encuentra adentro del bolillero. Pero se trata de una bolilla que, hasta hoy, nunca aparece. Por cuestiones de credibilidad. Por no haber sabido conciliar un discurso que lo diferencie. O por carecer del silencio denso que lo caracterice. Como, sin ir más lejos, es el silencio de Reutemann. Aparece siempre la bolilla de Reutemann. Aunque él no lo quiera.

Un quinto presidenciable, también presente en el bolillero espiritual, es Mauricio Macri.

Pero mantiene Macri el defecto orgánico, hasta hoy incurable, de no ser un peronista natural.

El presidenciable, que no quiere serlo, Reutemann, también participó de la tarjeta postal.

Como Das Neves, Busti y Solá, Reutemann se inicia en la tardía epopeya del no-kirchnerismo. Debiera diferenciarse, para ser rigurosos, del “anti”.
Conste que los cuatro fueron condecorados, por Kirchner, cuando cargaba -Kirchner- un sexo político de catorce metros. Con las vocalías significativamente inútiles del Partido Justicialista, armado a su antojo. Dos años atrás. En aquellas oficinas facilitadas de Puerto Grosso (hoy Madero).

Es Reutemann el brillante administrador de sus propias vacilaciones.

De un tiempo a esta parte, prefiere decir -cuando lo apuran- que no quiere ser candidato a nada. Pero sirve la eventualidad de serlo, a los efectos de demorar el pronunciamiento de los otros. Los que se aferran al slogan: “Si va Reutemann, me bajo”.

El vice presidenciable

Ramón Puerta es, en realidad, en la tarjeta postal, el vice presidenciable que más suena.

Suele ironizar Puerta sobre sí mismo, un atributo de la inteligencia:
“Presidente no se sabe quién va a ser, pero la vice está asegurada”.

Puerta es, según nuestras fuentes, uno de los artesanos indiscutibles del diseño. De la elaboración de la fotografía que mantuvo espacio, también, para los otros referentes que supieron ser gobernadores. Y que necesitan volver a serlo.

Es el caso de Busti, hoy un diputado consorte, que desplazó, por Entre Ríos, en la representación, a Maya, apodado, a sus espaldas, El Principal.

O el senador Juan Carlos Romero, un vibrante desperdicio en el plano nacional. Gran prometedor que no cumple, y que prefiere recuperar, razonablemente, el territorio. Salta. La provincia que supo arrebatarle, transitoriamente, Urtubey.

Es -Urtubey-, el Brummel del norte. El promisorio gobernador que suele ser girado, con frecuencia obsesiva, por el poeta neorromántico Alberto Fernández.

Complementaron la fotografía otros políticos del segundo cordón de la categoría. Mondino, de Córdoba. Y el imponente Miguel Ángel Toma, en representación del artificio de la capital.

En la escenografía metropolitana Toma intenta confrontar, con suerte bastante atenuada, con el Peronismo de Consorcio. Es el peronismo de los porteros que orienta Santamaría. Contiene predilecciones hacia el Quinto B, o sea Telerman, o al Tercero A, o sea Filmus.

Termómetro

Aunque lo conveniente sea culpabilizar al termómetro, cuesta aceptar que la tarjeta postal de la disidencia, del seleccionado Resto del Mundo, transcurre en momentos de alza, precisamente, de los Kirchner. Consecuencia de la espléndida operación de inteligencia. Consistió en instalar la idea de la recuperación, a partir del desencanto que genera el conjunto de pedanterías protagónicas, conocida como oposición.

La instalación fue lo suficientemente buena como para que los Kirchner, de pronto, se recuperaran -en el centro exacto del vacío-, de verdad.

En distritos claves como Buenos Aires Capital, La Elegida, según nuestras fuentes, duplicó, considerablemente, el positivismo de su imagen. El Elegidor, en cambio, algo menos. Dista de ser -según la evaluación- por el impulso del Peronismo de Consorcio.

Para Consultora Oximoron, deben tratarse las consecuencias de las decepciones súbitas. La precipitada frustración de los sectores mayoritarios de la sociedad, surcada por ansiedades y altibajos emocionales. Esperaba más acción, y hasta crecimiento, en los opositores que, con cierta injusticia, hoy devalúa.

Muestra, en el fondo, del fatalismo cultural. Abundan los que preferían deshacerse de aquellos que hoy, extrañamente, revaloran. Supo sintetizarlo un funcionario que se encuentra, con cama adentro, en el gobierno. “Estamos mucho mejor. Pero no es por nuestros méritos”.

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